La soledad del traductor
Dicen que el traductor construye puentes entre las culturas pero olvidan decir que muy amenudo el traductor se encuentra en el medio del puente… solo. La soledad profesional es contraproducente en muchos aspectos: reduce nuestra productividad, nos separa de posibles nuevas oportunidades profesionales y nos da la impresión de estar enfrente de un espejo sin reflejo.
Tener un socio o un compañero profesional no es solo muy recomendable sino que nos proporciona una especie de higiene mental ante los retos de la semana: la interacción con un colega nos abre ventanas, nos propone nuevas perspectivas, nos da aliento, nos critica y nos apoya. Con el otro compartimos victorias y fracasos y el andar por el camino se hace por lo tanto mucho más llevadero.
Encontrar a un socio con quien crear una sinergia profesional lleva tiempo, a veces mucho tiempo, pero una vez encontrado los puentes no se vuelven tan largos y los ríos tan infranqueables.